En el Credo, los cristianos profesamos: “Creo en la resurrección de la carne”. Esta afirmación se refiere a la creencia en la resurrección corporal de los muertos al final de los tiempos, cuando nuestras almas y cuerpos serán reunidos para compartir plenamente en la vida eterna. Este artículo de fe, aunque difícil de comprender desde una perspectiva humana, es un pilar fundamental del cristianismo. En este artículo exploraremos el significado de esta verdad, sus bases bíblicas y teológicas, y cómo transforma nuestra visión de la vida, la muerte y la eternidad.
La resurrección en las Escrituras
La doctrina de la resurrección de la carne tiene su fundamento en la Sagrada Escritura. Desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, esta esperanza es progresivamente revelada y proclamada.
Antiguo Testamento
Aunque la enseñanza sobre la resurrección no está plenamente desarrollada en el Antiguo Testamento, hay indicios claros de esta creencia. En el libro de Job, leemos:
“Yo sé que mi Redentor vive, y que al final se levantará sobre el polvo. Y después de que mi piel haya sido destruida, en mi carne veré a Dios” (Job 19,25-26).
El profeta Daniel también anuncia la resurrección:
“Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para vida eterna y otros para ignominia eterna” (Daniel 12,2).
Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento, la resurrección es plenamente revelada a través de la resurrección de Jesucristo. San Pablo explica:
“Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primicia de los que durmieron” (1 Corintios 15,20).
Jesús mismo afirma esta verdad al decir:
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá” (Juan 11,25).
En sus enseñanzas, Jesús promete que al final de los tiempos, los muertos resucitarán:
“No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán los que hicieron el bien para resurrección de vida, y los que hicieron el mal para resurrección de juicio” (Juan 5,28-29).
La enseñanza de la Iglesia sobre la resurrección
La Iglesia enseña que en la resurrección final, nuestros cuerpos serán transformados y glorificados, semejantes al cuerpo resucitado de Cristo. El Catecismo de la Iglesia Católica lo explica así:
“Creemos en la verdadera resurrección de esta carne que poseemos ahora. Sin embargo, resucitará transformada en cuerpo glorioso” (CIC 1017).
El Concilio de Nicea (325 d.C.) reafirmó esta verdad al proclamar la profesión de fe en la resurrección de los muertos. Esta enseñanza está basada en el hecho de que el ser humano es una unidad de cuerpo y alma, y que la redención incluye tanto nuestra alma como nuestro cuerpo.
Transformación de nuestra visión de la vida, la muerte y la eternidad
1. La dignidad del cuerpo
La creencia en la resurrección de la carne nos recuerda la dignidad intrínseca de nuestro cuerpo. No es un mero envoltorio descartable, sino parte esencial de nuestra identidad como personas. San Pablo escribe:
“¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo?” (1 Corintios 6,19).
2. Una visión de esperanza frente a la muerte
La resurrección final transforma nuestra percepción de la muerte. Aunque la muerte física sigue siendo una realidad, ya no tiene la última palabra. Como dice San Pablo:
“¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?” (1 Corintios 15,55).
3. Una llamada a la santidad
Sabiendo que nuestro cuerpo será resucitado, somos llamados a vivir en santidad, respetando nuestro cuerpo y el de los demás. Esto incluye la pureza, el cuidado de la salud y la protección de la dignidad de toda vida humana.
4. Una perspectiva eterna
La creencia en la resurrección final nos orienta hacia la eternidad. Nuestra vida terrenal es solo el comienzo de una existencia que culminará en la comunion plena con Dios. Esto nos invita a vivir con los ojos puestos en el cielo, como exhorta San Pablo:
“Aspiren a las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios” (Colosenses 3,1).
Meditación:
Proclamar que creemos en la resurrección de la carne es afirmar nuestra esperanza en la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte. Esta verdad nos recuerda que estamos destinados a una vida eterna en la plenitud del amor de Dios, cuerpo y alma. Al reflexionar sobre este misterio, somos invitados a vivir con dignidad, esperanza y un profundo sentido de nuestra vocación eterna.
Que nuestra fe en la resurrección transforme nuestra visión del presente y nos llene de gozo ante la promesa de la vida eterna.
¿No creen que la interpretación de la resurrección en las Escrituras puede variar dependiendo de la cultura y la época?
¿No creen que la resurrección es más un simbolismo que un hecho literal? Me encantaría escuchar diferentes perspectivas.
¿No creen que la interpretación de resurrección de la carne varía entre el Antiguo y Nuevo Testamento?
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¿No creen que la interpretación sobre la resurrección de la carne puede variar dependiendo del contexto cultural y religioso?
¿Alguien ha considerado que resurrección de la carne podría interpretarse de manera simbólica y no literal?
Totalmente de acuerdo, a veces interpretamos las cosas demasiado literalmente.